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El Instituto de Estadística y Censos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (IDECBA) publica, como cada 8 de marzo, este informe cuyo objetivo es contribuir al análisis de las brechas entre mujeres y varones, identificando avances y cuestiones pendientes. Al mismo tiempo, busca aportar al monitoreo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, en particular el ODS 5 “Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”.
La publicación presenta indicadores con una perspectiva sistémica que identifica las autonomías de género (de acuerdo con los lineamientos de la División de Asuntos de Género de la Comisión Económica para América Latina de Naciones Unidas, CEPAL) y sus dimensiones:
-En la Ciudad, solo el 8,6% de las mujeres con empleo privado formal alcanza puestos de dirección o jefatura. Entre los varones, ese porcentaje asciende a 11,4%.
-Mientras que las mujeres presentan menor tasa de actividad y empleo que sus pares varones y mayores niveles de subocupación, son también las que destinan más tiempo al trabajo no remunerado.
-5 de cada 10 mujeres de 25 años y más ocupadas poseen estudios superiores (terciario y/o universitario) completos. En varones esta cifra es de 38,7%.
-En el ámbito del Gobierno de la Ciudad, las mujeres ocupan el 41,8% de los cargos superiores. Esto representa un aumento de 7,3 pp. desde 2016.
Presentamos “8 de marzo: Día Internacional de la Mujer. Año 2025”, una publicación que reúne información sobre los indicadores de autonomía económica, autonomía física, y autonomía en la toma de decisiones en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires
En Argentina, las mujeres enfrentan una realidad marcada por la desigualdad laboral y la violencia doméstica, dos problemáticas que se entrelazan y perpetúan un ciclo de vulneración de derechos. Según datos recientes del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), la brecha salarial de género sigue siendo significativa: las mujeres ganan, en promedio, un 25% menos que los hombres por igual tarea, una disparidad que se agrava en sectores informales, donde muchas trabajan sin derechos ni protección social. Además, la participación femenina en el mercado laboral es notablemente menor, con una tasa de actividad del 49% frente al 69% de los hombres, lo que refleja las barreras estructurales como la falta de políticas de cuidado y la carga desproporcionada de las tareas domésticas.
A este panorama se suma la violencia doméstica, un flagelo que afecta a miles de mujeres en el país. De acuerdo con la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema, en 2024 se registraron más de 10,000 denuncias por violencia de género solo en el ámbito judicial, aunque se estima que los casos reales son mucho más numerosos debido al subregistro. Organizaciones como la Casa del Encuentro reportan que, en lo que va de 2025, al menos 50 mujeres fueron víctimas de femicidio, un reflejo de la gravedad de la situación. Las víctimas, muchas veces atrapadas en relaciones abusivas, enfrentan además dificultades económicas que las atan a sus agresores, agravadas por la precariedad laboral.
En este contexto, la marcha del 8 de marzo convocada en Buenos Aires, en el marco del Día Internacional de la Mujer, cobra especial relevancia. Organizada por el colectivo Ni Una Menos y otras agrupaciones feministas, la movilización está programada para este sábado 8 de marzo de 2025 a las 16:00 en la Plaza de Mayo. Bajo consignas como “Contra el hambre, el ajuste y la crueldad” y “Milei es una estafa”, las manifestantes buscarán visibilizar estas luchas y exigir políticas integrales que aborden tanto la desigualdad laboral como la violencia doméstica. La marcha partirá desde el Congreso de la Nación hacia Plaza de Mayo, replicándose en otras ciudades del país, como parte de un paro internacional transfeminista que reafirma la resistencia colectiva frente a las políticas de ajuste y los discursos de odio.
Especialistas coinciden en que ambas problemáticas están conectadas: la falta de independencia económica limita las posibilidades de las mujeres de salir de entornos violentos, mientras que la violencia impacta su desempeño y oportunidades en el ámbito laboral. Si bien existen avances, como la Ley Micaela y programas de asistencia, la implementación sigue siendo insuficiente. Así, el 8M se perfila como un momento clave para renovar el reclamo por justicia, equidad y una vida libre de violencias para las mujeres en Argentina.